A veces la única forma de mantenerse sano es volverse un poco loco

sábado, 20 de noviembre de 2010

Misterio Japonés

Lem entra a un restaurant japonés, como todos los 16 de cada mes. Se sienta en la mesa de siempre. Desde la barra Yin, mozo, y Yan, caja, lo observan.

- ¿ Ese hombre no es el que vino el mes pasado y termino mal?

- Si, hoy es 16.

Yin toma una carta y se dirige hacia la mesa de Lem. Yan lo frena.

- Para que le vas a llevar la carta, sabemos lo que va a pedir, hace meses que lo viene haciendo, no creo que hoy lo cambie.

- Tenes razón.

Yin se acerca a la mesa. Lem esta haciendo anotaciones en una agenda.

-Buenas noches, ¿lo de siempre?

Lem sonríe amablemente

-Sí por favor.

-Enseguida.

Yin se retira, va hasta la barra.

- Lo mismo de siempre.

- Te lo dije.

El reloj marca la 1 de la madrugada. Ya no había nadie en el lugar, solo Lem continuaba en la mesa, sobre ella había una botella grande de champagne y una pequeña, junto a ellas un plato de sushi sin terminar. Lem tiene la cabeza apoyada en la mesa, esta sofocado. Desde la barra lo observan Yin y Yan.

- Voy a ver si necesita algo…

- No hace falta, suele terminar así siempre, es como un ritual parece, cuando cerramos lo sacamos, lo ponemos en un taxi y listo. Es todo un misterio, hace dos años que viene haciendo lo mismo.

- ¿Nunca le preguntaste nada?

- No me corresponde, solía venir con una mujer.

- Pobre, parece enfermo.

- Yan, es un pedo, como el que te has agarrado vos, yo y todos los que estamos acá, no te preocupes.

Yin estaba preocupado, era nuevo en el bar, hace un mes que estaba, no le parecía normal lo que estaba pasando, la vez que lo vio no se veía tan mal.

Lem comenzó a toser terriblemente, vomito a un costado, luego se tomo el pecho, dio un grito y cayo redondo al piso

Yin y Yan corrieron a socorrerlo, estaba inconsciente, no tenía pulso.

- Yin anda a llamar a una ambulancia.

Yan se queda tratando de reanimarlo, pero es en vano, Lem parecía muerto.

Al rato llego la ambulancia, los médicos le comunicaron que había fallecido, suponían que de un ataque al corazón. Sobre la mesa había quedado la agenda del hombre, Yan la tomo, la abrió y leyó lo que había escrito ese día.

“Ya hace 2 años que no estas, y la mejor manera de recordarte es viniendo cada mes a este lugar que tanto te gustaba. Pedí sushi y champagne como siempre, brindo por vos, por mi, por nuestro reencuentro”


by alegría

martes, 9 de noviembre de 2010

El Hombre que empequeñecía hasta desaparecer

Año 2030, el mundo se encuentra en estado de emergencia, un cataclismo ha azotado a todos y a todo. En Argentina, Ernesto, un hombre de 30 años es arrestado por haber matado a un policía tras un tiroteo. Es trasladado al penal de Ezeiza, la justicia ha decretado que su condena sea cadena perpetua.

Un grupo de militares visitan el penal, ellos están creando una sustancia que consiste en una minima reducción del individuo, con el fin de que ocupen menos espacio y que se alimenten de manera mas reducida. Es un experimento costoso, ellos creen que se lograran buenos resultados. La idea es buscar a uno de los convictos para probar el experimento, es por eso que visitan la celda de Ernesto, le dicen que necesitan su ayuda, ya que es un pobre hombre que permanecerá hasta la muerte tras las rejas, deciden tomarlo como conejillo de india. El se niega rotundamente, pero ellos tienen la palabra final.

Ese mismo día trasladan a Ernesto a una celda de castigo, con el fin de poder experimentar sin ser molestados por nadie. Llegan dos de los militares con la sustancia, él se resiste un poco pero ellos logran inyectársela. Ernesto grita desesperado, pero se calma enseguida. Los militares lo dejan solo en esa celda oscura y solitaria.

Al día siguiente, Ernesto se levanta sobresaltado, nota que todo sigue igual, nada ha cambiado, estaba seguro que nada de eso sucedería, era una locura.

Esa tarde los militares lo visitan, al no ver buenos resultados deciden inyectarle una nueva dosis, Ernesto vuelve a gritar desesperadamente, pero menos que la primera vez.

Es así como a la mañana siguiente Ernesto nota que sus manos están más pequeñas, lo mismo que sus pies, su ropa le queda grande. Se queda sorprendido, comienza a temer por lo que podría llegar a pasarle, pero al rato se tranquiliza, nada podría ser peor que permanecer en la cárcel el resto de su vida.

Los militares satisfechos celebraron el triunfo. Al correr los días Ernesto siente que su cuerpo sigue encogiéndose, esto lo asusta un poco. Hasta que un día despierta y nota que casi esta por desaparecer. Grita y grita pero nadie puede escucharlo. Esa mañana los militares visitan la celda de Ernesto, pero quedan sorprendidos al ver la celda vacía, Ernesto estaba allí pero nadie podía contemplarlo. Los militares furiosos no entienden que estaba sucediendo, interrogan a uno de los policías que custodia la celda, pero este no tiene idea a donde habría ido el sujeto, el no vio ningún movimiento extraño. Es así como uno de los militares concluye en que la sustancia quizás podría haberlo hecho diminuto, los otros lo miraron raro. Éste vuelve a entrar a la celda, se tira al piso y comienza a buscarlo, de repente escucha una voz cerca de su oído, es Ernesto que le pide por favor que lo vuelvan a su tamaño, el militar sorprendido lo toma en la palma de su mano.- Disculpe, hemos logrado crear la enfermedad, pero no la cura, dijo el militar.

by alegría.


Datos personales